A Ricardo Jilbert A. Que rinde culto a Federico
Nietzsche y comulga com Frank Brangroyn.
Yo, hijo de este siglo hipócrita y canalla
reniego de mi siglo y salgo a la batalla
con gritos de amenaza y ayes de rebelión
y son mis cantos rojos, com la dinamita,
y como mis dolores, como mi ansia infinita,
como mi sed eterna de eterna redención.
Quisiera que mis versos con sus alas enhiestas
reflejaran mis iras, mis ansias, mis protestas;
los gritos de amenaza que están por estallar,
quisiera que mi verso de revolucionario
fuera el graznar salvaje de un cóndor temerario
que se lanza gigante a la region solar.
Mi verso rudo y furte no canta a las mujeres,
ni a los falsos amores, ni a modernos placeres,
ni místicos cantares mis rudos versos son;
mis versos son de lucha, escritos com mi diestra,
atrevido los lanzo a la roja palestra;
sean mim broncos versos gritos de rebelión.
Mis versos rudos, fieros, no han de tener belleza,
pero son el reflejo de mi ser que es franqueza,
de mi amor que sublime, que es sublime pasión,
quisiera que mis versos fueran reaudos corceles
indómitos. Mis versos suenan a cascabelas,
pero también a veces suenan como el cañón.
Pero ay…! sobre mi frente llevo una mancha cruenta
es una mancha roja, es la cínica afrenta
es la herancia del siglo: la civilización!
Hipócrita mentira, ignominioso ultraje,
más que civilizado quisiera ser salvaje
para limpiar mi frente de toda exercración!…
Sean mis cantos fieros la lírica amenaza,
sean mis cantos rudos la biblia de mi raza
que yo, cantos anónimo, no espero galardón,
y si lanzo mis cantos es porque siento ahora
preludios aurorales.
Mis versos de la aurora
que sean el alerta, de la revolución.
Yo, hijo de este siglo hipócrita y canalla
reniego de mi siglo y salgo a la batalla
con gritos de amenaza y ayes de rebelión
sean mis cantos rojos com la dinamita,
y como mis dolores, como mi ansia infinita,
como mi sed eterna de eterna redención.