Apostrofe al Aguila

Escrito a raíz de los sucesos revolucionarios
de México. Dedicado a los hijos de la patria del
dólar, donde la democracia mal comprendida tie-
ne una demostración salvaje consagrando prácti-
cas como la Ley de Lynch que al decir de Barret:
“El patear de la multitud sobre un cadáver ca-
liente tiene algo de grande, de ultraenérgico, de
pseudo-electoral, muy conforme con la psicología
yankee.”
Dedicado a Yankilandia, que en nombre de la
civilización, interviene en la vida de los débiles
países pan-americanos, cuando rinde culto frené-
tico a los héroes brutales del box.
A los fieles adoradores del récord que odiaban
y lynchaban a los negros mientras rendían culto
a Jack Jhonson.
A la patria de los millonarios avaros y filántro-
pos del trust donde se dice existe la libertad más
amplia, cuando se consagran las divisiones de ra-
zas y de clases.
A Yankilandia que se postra ante el becerro
de oro y ante las ambiciones canibalescas y des-
deña el culto de la belleza.
A ti Yankilandia, dedico este poema, porque
tú eres la encarnación de este siglo materialista
e hipócrita.

Aguila poderosa, cien veces atrevida.
que eres símbolo heroico de Libertad y Vida:
Aguila prepotente de los tiempos romanos
que has sido siempre altiva y que odias los tiranos:
Aguila que has orlado las líricas cabezas
de los que van a1 triunfo a1 son de Marsellesas:
¡Aguila: los modernos han manchado tus galas!
La Yankilandia enorme quiso enlodar tus alas
con su ambición injusta.

Tú eres enigma rudo!
De Yankilandia avara figuras en su escudo
y en vez de ser el Aguila que simboliza Vida
bajas a ser el ave de garra fratricida.
Los yankis han hundido tu garra prepotente
en Panamá, el Istmo, que como una serpiente
separa en dos porciones el tormentoso oceano
y que une en cinta de oro “El Nuevo Continente”
con los pueblos latinos hijos del León Hispano.
Aguila, te apostrofo!

Primero yo te alabo,
despues, con mi anatema, en las alas te clavo
el desprecio del bardo, y del bardo y del profeta,
primero eres el águila de gran pupila inquieta
que ansia la Libertad, la Luz y que en su vuelo.
hacia el “Sol de la Aurora”, que domina todo el cielo;
pero cuando eres símbolo de Yankilandia fiera
dejas de ser el Aguila potente y altanera
y tu vuelo atrevido se convierte en oprobio
y en vez de ser el Aguila caudal: eres microbio…!

Este siglo es hipócrita… y su grandeza fatua
es como New York que levanta una estatua
que nombra Libertad, y que en vez de ser plena
ciudad de Luz y Vida, es la enorme cadena
del vil mercantilismo.

Yo nunca nada espero
del Imperio del Trust, del Oro y del Acero…!

Los Monarcas del Dólar que en medio de grandezas
hacen loco derroche de imbéciles rarezas
– Mientras en los talleres el anónimo enjambre
de obreros da el aliento por la Razón del Hambre –
merecen el oprobio de todos los que gimen
de dolor y que odian las cadenas y el crimen.

El País de los Records ha batido uno nuevo:
el de las Injusticias. Por eso un salmo elevo,
por eso yo mis potros, mis potros en cuadriga
indómitos los lanzo al golpe de la mofa
y al chasquear de los látigos, que hieran la enemiga
frente de la Luz, con el verso y la estrofa.

De Yankilandia símbolo. Aguila prepotente:
teme azotar con tu ala en la virgínea frente
y hundir tu garra en la América Latina,
porque quizás el Cóndor; el Cóndor no vencido,
despierte y te lance desde la cumbre Andina
contestando a tu insulto, su atronador graznido,
y al ver tus ansias viles, tus hambres miserables
lance sus veinte y una legiones formidables.

Y entonces será tarde… Tus hijos impotentes
gemirán de dolor, rechinarán los dientes
y entonces, Yankilandia, sobre el dolor profundo
de tus hijos llorosos, dejarán inclementes
caer sus anatemas los hombres de este mundo.

Este siglo es hipócrita, es todo iniquidades;
¡qué sarcasmo, qué insulto! ¡qué blasfemia y qué encono!
decir por Yankilandia: “País de Liberdades!”
cuando un Cristo diría: “Caín ¡no te perdono!”

Por eso yo mi apóstrofe que es todo fuerza y nervio
a Yankilandia lanzo, y en mi arranque soberbio
quisiera que mi Canto-Censura eternizara
como incienso que arde de la Justicia en la ara.

El germinal potente como fulgores de rayo;
la ínclita epopeya del “Primero de Mayo”;
las horcas de Chicago, aquel clamor que asorda
en la Patria de Lincoln, aquellas grandes piras
de Luz, piden a gritos el Nuevo “Sursum Corda”
y el “Nuevo Salmo Rojo” de las Modernas Liras.

– 1912 –